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La ciudad abre sus puertas, como todos los finales de agosto, para ofrecer a propios y extraños una nueva edición de las Ferias y Fiestas de San Bartolomé que este año estarán situadas en la Isla del Colegio. Durante toda la semana contará con acontecimientos que harán que todo el mundo pueda disfrutar de estos días: Conciertos, teatros, corridas de toros, atracciones de feria, fuegos artificiales, comparsas… y sobre todo: ¡las peñas!

Cada peña cuenta con un estandarte y una vestimenta original cada año. Con el tiempo, se han ido convirtiendo en algo característico y típico de la ciudad, hasta el punto de que a día de hoy sería poco menos que inconcebible la existencia de estas fiestas sin ellas. La peñas alcalaínas se encargan también de realizar concursos para que participen todos los ciudadanos. Con pocos medios y muchas ideas, se han sacado del bolsillo un sin fin de juegos y concursos con los que entretener a los vecinos: Comer flanes en un minuto, el juego del tartazo, lanzamiento de sandías, lanzamiento de hueso de aceitunas, un partido de fútbol chapa… ¡No os las perdáis!

Otra característica de estas ferias son las cenas en las casetas regionales, donde acudimos cada año a consumir productos típicos -entre otros- de los diferentes puntos de nuestro mapa. El año pasado, caseta de Galicia, este año hemos probado la caseta de Ávila… ¡Estaba muy bueno todo! Quedar… no quedó nada en los platos… y eso que teníamos extra de bravas 😉

Después… ¿a que no sabéis a donde fuimos? ¡Al Naïf! ¡A por nuestra caipiriña de siempre! Ya es habitual en nuestra ruta, aunque esta vez, nos acompañaba nuestra particular amiga Scrat -la divertida ardilla de Ice Age-, que se unió a nuestro grupo -sin perder ni un solo segundo de vista su tan deseada bellota- después de visitar un chiringuito de dardos.

¡Y acabamos la noche con las peñas! Primero con “los grillaos”, luego con “los vikingos” y así hasta recorrer gran parte de ellas… ¡A bailar! ¡Cuánta gente! Se nota que había ganas de fiesta ¿eh? 😉

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Después de unas cañitas en La Cueva de Antolín… ¡A menuda cenita me ha invitado mi novia por el cumpleaños! ¡Mmm! ¡Qué barbaridad de chuletón de buey! Ya nos advirtió la camarera que era “grande” (0,5 Kg). Han pasado 12 horas y todavía tengo el estómago a punto de reventar… ¡Qué bueno estaba todo! Os recomiendo ese sitio sin duda alguna.

Hablo de la Sidrería Sagasti, uno de los restaurantes más tranquilos y acogedores del grupo gastronómico La Esquina Complutense en Alcalá de Henares. El menú sidrería -muy variado- merece la pena, por apenas 30€ os ponéis las botas de comida riquísima. El trato de las camareras -tengo que decirlo- fue excelente, merecida propina.

Nosotros cenamos:

– Huevos rotos con bacalao y patata (¡buenísimos!)
– Pimientos del piquillo rellenos de morcilla (¡buenísimos!)

– 2 chuletones de buey a la brasa (¡hiperbuenísimo!)

– Torta de queso idiazabal con membrillo (¡buenísima!)
– Goxua (¡buenísimo!)

El menú incluye sidra artesanal gratis (¡buenísima!) durante toda la comida, por lo que podéis salir tambaleando un poquillo (si tenéis mucha sed jajaja). Vamos, listos para ir al Naïf a tomar una caipiriña 😉

El año pasado por estas fechas cenamos en el Café Saigon, otro sitio que os recomiendo, pues es muy agradable cenar rodeado de plantas altas que te aislan del resto de comensales [FOTO]. El que no os recomiendo es el Paradís Thyssen, la terraza mirador del museo en la que estuvimos hace dos años celebrando mi aniversario, ya que comes lo mínimo, como si te llevases a la boca un par de chococrispies, jajaja, y te puede salir la cena por 200€ por persona sin problema. [FOTO] Fijaos que lo que sale en la foto es un costillar de cordero de 40€, ¡dos bocados y listo! Ni con 5 platos como ese comía yo, jajaja. Y no os dejo la foto del primer plato o del postre, porque igual os da un infarto de la risa… Muy pijo todo, eso sí… pero… ¡qué hambre!

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Después del rodaje… ¡ñam!, ¡ñam!, ¡ñam!… y no quedó ni uno… ¡Cómo coméis! 😛 Voy a tener que volver pronto a Galicia a comprar más. ¿Cuántos picaban? ¿Tres? ¿Cuatro quizás? Pues ya veis que le fueron a tocar todos a Nines, ¡cómo los elige! Jajaja. Menos mal que teníamos un buen albariño “de Lérez” para regar esos choricillos al infiernillo que siempre asombran a quien los ve hacer por primera vez, ¿verdad Pedro?

Ya de paso aprovechamos para poner unas velitas a una apetitosa tarta de chocolate y celebrar mi cumple con un pelín de antelación, ¡buf! muchas velas para soplar ya… menos mal que sólo se pusieron la mitad 🙂 Pero lo mejor: la tarta de pera que trajo Marta, ¡esa sí que estaba buena! ¡repetí 3 veces!, las bolsas de higos de Pedro, y las pastitas que “iba a traer” Rubén, jajaja.

Después salimos a tomar nuestra caipiriña habitual, y… ¡sorpresa, estaba cerrado! Resulta que el Naïf abre de jueves a domingo, así que… tocó ir a La Nuit (porque lo del camarero de la terraza del Café Continental fue increíble).

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Ayer fuimos a ver A todo gas 3: Tokyo Race unos colegas, vamos… la típica película a la que no puedes llevar a la novia (o por lo menos a muchas de ellas) porque si lo haces, le debes por lo menos 4 o 5 cenas románticas 😉 Pero que los chicos nos lo pasamos de vicio en ellas… Coches, coches y más coches… Reconozco que la película es una “ejem”, jajaja, pero es que vas a ver lo que vas a ver 😉 Lo mejor, dos cosas… ¡cómo subía el tío por las curvas del parking haciendo un drifting perfecto al milímetro! y… ¡cómo daban la salida las chicas a las carreras! ¡Juassssssssss! He encontrado en Youtube varias carreras del film, aunque os aseguro que ni comparación a verlas en la gran pantalla: 1, 2, 3, 4, 5, 6. Y aquí os dejo los coches, ¡me quedo con ese Nissan 350Z negro! Impresionante…

Nos ha gustado la canción final de la banda sonora, “Conteo” de Don Omar: Uno!, dos!, tres!, cuatro!… ¡Cómo bailaba el que calvito que nos marcaba la salida de la sala! ¡Qué destreza! Jajaja.

Después de cenar en el centro comercial acabamos de nuevo en Alcalá en el Naïf, tomándonos nuestras caipiriñas. Y terminamos hasta las tantas bailando en el Can Can. Pero no había mucho movimiento por la ciudad, se nota que estamos en fechas señaladas, donde todos los pueblos están de fiesta 😉 ¿Quién nos hizo las fotos? ¡Raúl Cara Tomate! Que cuando algún día salga en el blog será con un tomate por cabeza, como los hijos de los famosos, que no pueden verse 😉

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Las tortuguitas de Atocha

Publicado por Marcos
Categorías: General, Personal

Ayer acompañé a mi novia a la estación de Atocha. Situado en el mismo lugar donde un día estuvieron los antiguos raíles y andenes, se encuentra un jardín tropical que es único en el mundo, por sus características, su ubicación y las plantas que alberga. Disfrutamos de 4.000 metros cuadrados de zona verde con 7.200 plantas de 260 especies, originarias de distintos lugares como la India, Australia, Asia o China, entre muchos otros.

Se te pasan las horas observando a las tortugas, que recogen calor secando su piel en las piedras en posturas muy graciosas unas encima de otras. ¡Pude contabilizar más de 100! Rodeadas de guppys como los que tengo en el acuario de casa. Puede que haya en el estanque decenas de miles de peces y quizás me quedo corto… pues los guppys se reproducen con extrema facilidad y sin descanso. ¡En mi acuario también crían!

El miniecosistema parece sostenido, pero debe resultar bien difícil mantener correctos los parámetros del agua, sobre todo, porque de vez en cuando la gente les tira trocitos de pan, palomitas y todo tipo de alimentos, que desequilibran la calidad del medio establecida por los cuidadores.

También te entretenienes observando a la gente, ¡no cabe la menor duda de que cada uno es de su padre y de su madre! 🙂 ¡Cuánta gente rara hay por el mundo! ¿O quizás el raro soy yo? 😉

Más tarde llegó Rubén de Valencia. Nos echamos unas risas mientras me contaba las anécdotas de su viaje de trabajo probando la tecnología 3.5G, y el asombro de los taxistas en sus viajes de 3 horas de un lado a otro de la ciudad marcando como destino el mismo punto de partida. Así como las aventuras de exprimir la American Express de la empresa 😉 Cenamos en el Indalo del Garena Plaza, como no, y después de un helado, nos tomamos unas caipiriñas en Alcalá. ¡Y menos mal que no acabamos en el Ás de Trébol!

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